La pérdida de lobos en Estados Unidos no es un problema de ahora. Siendo específicos, esta situación inició en la década de 1930, sobretodo en el oeste del país norteamericano. Sin embargo, a pocas personas les pareció importarle, pues por el contrario, continuó agravándose.
Ahora, casi 100 años después, un nuevo estudio publicado en la revista Bioscience ofrece una actualizada perspectiva de lo que ha implicado la progresiva desaparición de estos peludos seres.
En primer lugar, los autores del artículo revisaron 96 investigaciones ecológicas realizadas entre 1995 y 2021, esto en 11 parques nacionales de Estados Unidos. Para su sorpresa, descubrieron que sólo 39 de los mismos tenían en cuenta la ausencia del principal depredador de la región: el lobo gris (Canis lupus).
“Estudiar un ecosistema alterado sin reconocer cómo por qué ha cambiado el sistema a lo largo de los años debido a la ausencia de un gran depredador podría traer consigo graves implicaciones”, señalan.
Según los especialistas, entre las primeras consecuencias se encuentra la llamada “cascada trófica”, concepto que refiere a los efectos dominó a través de la cadena alimentaria de un ecosistema en concreto cuando desaparece uno de sus principales depredadores.
Otro problema derivado de que queden menos poblaciones de lobos en Estados Unidos es el declive de las comunidades de plantas leñosas en muchos parques, siendo un claro recordatorio de cómo todo en nuestro planeta está estrechamente interconectado.
“Con estos hallazgos, buscamos que tanto organizaciones conservacionistas como agencias gubernamentales tomen acciones a la hora de identificar los objetivos de gestión de los ecosistemas”, concluye el reporte.