El oso negro, el carnívoro más grande de México, es un sobreviviente: tras la extinción del oso gris mexicano hace más de 50 años, es el único úrsido del país, señala un artículo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). A mediados de julio, tres mujeres se cruzaron con un ejemplar de esta especie en peligro de extinción en el Parque Ecológico Chipinque, en Monterrey, Nuevo León. Una de ellas incluso se tomó una selfie con el ahora conocido como “oso social”. En general, los osos negros evitan el contacto con los humanos, pero conforme crece la mancha urbana cada vez son más frecuentes los avistamientos de estos animales cerca de las personas en ciudades como Monterrey, Nuevo León, y Saltillo, Coahuila. Del 2005 al 2016, en México se registraron 360 interacciones entre humanos y estos osos, según una tesis de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
En la década de 1950, los osos negros eran comunes en las montañas de Coahuila, en el sur de Durango e incluso en Jalisco y Nayarit, pero la cacería furtiva y la modificación de su hábitat afectaron sus poblaciones. En la actualidad, su área de distribución es 80 por ciento más pequeña que la original, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Si bien la especie se encuentra catalogada como “En Peligro de Extinción”, según la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, en algunas Áreas Naturales Protegidas (ANP) del País, este úrsido comienza a recuperarse.
La población más abundante de osos negros de la Sierra Madre Occidental se encuentra en el Área de Protección de Flora y Fauna Campo Verde, en Chihuahua. Alrededor de 106 individuos están en este sitio, según una investigación de 2016 a 2019, que también documentó el éxito de la reproducción de la especie mediante 37 registros de fotografías de hembras con oseznos. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) destaca la participación de brigadas comunitarias de monitoreo en la conservación del animal. Los pobladores de localidades como La Norteña, El Largo y La Gloria se apropiaron del oso como símbolo de identidad regional, por lo que son parte de las actividades de manejo de la especie y generación de información, como la colocación de cámaras trampa.