“La pandemia de COVID-19 ha causado estragos en la enseñanza de los niños de todo el mundo. La vacunación de los maestros es una medida fundamental para que vuelvan a estudiar de nuevo.
“En su punto álgido, a finales de abril de 2020, el cierre de las escuelas a nivel nacional interrumpió el aprendizaje de casi el 90% de los estudiantes de todo el mundo. Si bien la cifra ha disminuido desde entonces, algunos siguen suponiendo sin fundamento que el cierre de las escuelas puede frenar la propagación de la enfermedad, a pesar de que cada vez hay más pruebas que indican que las escuelas no son el principal foco de transmisión en la comunidad. Debido a esta suposición, a medida que los casos se están disparando en muchos países del mundo, las comunidades están cerrando de nuevo las escuelas. Hasta el 1 de diciembre, las escuelas de 1 de cada 5 alumnos en el mundo estaban cerradas, lo que constituye 320 millones de niños.
“UNICEF pide que se dé prioridad a los maestros en la vacunación contra la COVID-19, una vez que se haya vacunado al personal de salud de primera línea y a las poblaciones de alto riesgo. Esto contribuirá a proteger a los maestros contra el virus, les permitirá enseñar en persona y, en última instancia, servirá para mantener las escuelas abiertas.
“Aunque las decisiones sobre la distribución de las vacunas recaen en último término en los gobiernos, las consecuencias de una falta prolongada de aprendizaje, o su deterioro, son abrumadoras, especialmente para los más marginados. Cuanto más tiempo permanezcan los niños fuera de la escuela, menos probable es que regresen a ella, y más difícil será para sus progenitores reanudar su trabajo.
“Son decisiones difíciles que obligan a asumir contrapartidas difíciles. Pero lo que no debería ser difícil es tomar la decisión de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para salvaguardar el futuro de la próxima generación. Esta tarea comienza por proteger a los responsables de abrirles el paso hacia ese futuro.”