Un mini auto para que ratones aprendieran a manejar fue la extravagante idea de una neurocientífica como parte de su último proyecto.
Diseñado por Kelly Lambert, de la Universidad de Richmond, Reino Unido, este singular vehículo parece una caja de cereal con ruedas; sin embargo, su diseño no fue impedimento para que los peludos conductores comenzaran a utilizarlo a través de un alambre para acelerar y barras de cobre para girar a la izquierda, a la derecha o al centro.
En caso de realizar buenas maniobras, la científica les ofrecía cereales como premio. A raíz de ello, descubrió, junto a su equipo, que los roedores eran capaces de desarrollar habilidades inesperadas con tal de cumplir con sus objetivos.
Aunado a ello, se percataron que aquellos ejemplares criados en entornos enriquecidos aprendían a conducir con mayor rapidez. Esta situación les permitió confirmar que vivir en ambientes complejos y controlados fomenta la neuroplasticidad de los ratones, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse ante ciertos escenarios.