Los colibríes son una de las aves más hermosas que existen en México y el resto del continente americano, por lo que resulta común que se les dejé agua en los hogares y así beban un poco.
Sin embargo, más allá de su belleza, existe la creencia de que estos pequeños animales son de buena suerte; lo anterior debido a que hace tiempo se registró una temporada en la que se les mataba para obtener sus plumas y decorar todo tipo de artículos.
De igual manera, en la antigua Tenochtitlan, el colibrí tenía un significado especial relacionado a recordar a las personas fallecidas.
Según cuenta la leyenda, los dioses Xipe Tótec, Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli hicieron a todas las criaturas de barro y maíz. Además, dieron a cada árbol, piedra y criatura una misión en este mundo, pero al terminar de asignarlas, se dieron cuenta que no habían encomendado a una que llevara los pensamientos y buenos deseos de un lugar a otro.
En ese momento, una luz brillante sorprendió a Huitzilopochtli, quien a los pocos segundos se dio cuenta que era una piedra preciosa de jade, por lo cual tomó la decisión de crear con ella un ave que esparciera fortuna entre la población.
No obstante, los problemas llegaron cuando las mismas personas la utilizaban para adornarse con sus plumajes, lo cual enfureció a los dioses y mejor optaron por hacerlas pequeñas y rápidas para que así nunca fueran cazadas.
Al mismo tiempo y aprovechando estas nuevas características, Huitzilopochtli dejó en el mundo de los muertos a algunos ejemplares, esto con la finalidad de que llevaran mensajes a otros dioses, pero también que recogieran los pensamientos y el amor de las almas que habitaban en este lugar a fin de llevárselos a sus seres queridos vivos en el plano terrenal.