Un reciente experimento llevado a cabo con 220 lagartos ha demostrado que la ecología y la evolución se retroalimentan, mientras que la naturaleza se adapta y evoluciona más rápido de que lo predijo en su momento Charles Darwin.
El trabajo, liderado por el investigador español Oriol Lapiedra y publicado en la revista PNAS, descubrió un vínculo íntimo entre la ecología y la evolución, ya que no sólo los cambios ecológicos llevan a la evolución, sino que éstos también provocan alteraciones en los ecosistemas.
Para llegar a esta conclusión, el equipo recreó un experimento en 16 islas artificiales con 220 lagartos anolis (Anolis sangrei), especie típica de las Bahamas. Ocho meses después, los científicos se percataron que el tamaño de sus patas era capaz de modificar la vegetación, insectos e incluso las interacciones entre los participantes.
“El experimento demostró cómo los lagartos anolis, que tienen patas cortas, trepan mejor a los árboles, cazan más arañas y otros insectos herbívoros, y esto a su vez provoca que el arbusto de los manglares (Conocarpus erectus) crezca a mayor velocidad”, señaló Lapiedra.
Cabe mencionar que el presente estudio se suma a otros que han demostrado que si llegan lagartos con patas largas a estas pequeñas islas artificiales, sus descendientes evolucionan rápidamente a tener patas más cortas.