La posibilidad de infección es un riesgo de conservación.
Todavía no sabemos si los grandes simios son susceptibles a este virus, pero sí sabemos que chimpancés silvestres fueron infectados con el coronavirus humano OC43 en Costa de Marfil, y que los grandes simios pueden infectarse con muchos otros patógenos respiratorios humanos.
Entre los humanos, el SARS CoV-2 es altamente infeccioso y puede sobrevivir en el medio ambiente durante varios días. Siendo este el caso, debemos suponer que los grandes simios también son susceptibles y debemos evitar que se infecten.
La supervivencia de los grandes simios ya está amenazada por la pérdida de hábitat, la caza ilegal y otras enfermedades. El ébola, por ejemplo, fiebre hemorrágica que afecta tanto a los humanos como a los grandes simios, ha llevado a tasas de mortalidad de hasta 95% en gorilas, y los cálculos indican que algunas de esas poblaciones afectadas necesitarán más de 130 años para recuperarse. La contracción del SARS-CoV-2 se sumaría a estos desafíos.
Además, habrían pérdidas económicas y de medios de vida. El turismo alrededor de los grandes simios es una fuente importante de empleo, genera ingresos para los gobiernos nacionales y las comunidades locales, y produce los fondos necesarios para mantener las actividades de conservación.
También es importante tener en cuenta el riesgo de infección humana a través de los grandes simios. Debido a nuestra proximidad genética, los humanos pueden transmitirles enfermedades a estos animales, pero también pueden contraer enfermedades de estos.
Nuevamente, el ébola ejemplifica un caso en el que los humanos y los grandes simios se vieron afectados. Existe evidencia de que cazadores contrajeron la enfermedad al consumir la carne infectada de gorilas que habían muerto a causa del ébola.