Corría el año 2012 cuando el profesor Michael Skvarla, del Laboratorio de Identificación de Insectos de la Universidad Estatal de Pensilvania, Estados Unidos, realizó un hallazgo a las afueras de un supermercado, el cual, diez años más tarde, sería catalogado como histórico.
Aquel día, el entonces estudiante de doctorado se topó con un insecto gigante adherido a una pared exterior del establecimiento. En un principio, pensó que estaba ante la presencia de una hormiga león, depredador conocido por atraer a sus presas a trampas mortales.
“Lo recuerdo perfectamente, porque estaba entrando a la tienda para comprar leche y vi ese enorme insecto en un lateral del edificio”, cuenta Skvarla.
“Me pareció interesante, así que me lo puse en la mano e hice el resto de la compra con él entre los dedos”, detalla.
Sin embargo, el también zoólogo no pudo haber estado más equivocado, pues un reciente estudio reveló la verdadera identidad de aquel ejemplar: una crisopa gigante (Polystoechotes punctata), enorme insecto que habitó durante la era Jurásica en grandes poblaciones.
“Estábamos viendo lo que el Dr. Skvarla vio bajo su microscopio y él está hablando de las características y luego simplemente se detiene”, explica Codey Mathis, entomólogo de la Universidad de Penn State.
“Luego, todos juntos nos dimos cuenta de que el insecto no era lo que estaba etiquetado y, de hecho, era una crisopa gigante súper rara. Todavía recuerdo la sensación, fue muy gratificante”, señala.
La crisopa gigante fue identificada por primera vez gracias al danés Johan Fabricius en 1793; no obstante, hace más de 50 años que se creía desaparecida.
De hecho, resulta un auténtico misterio cómo fue que el insecto acabó en las afueras de dicho supermercado. Al respecto, Mathis y el resto de expertos creen que éste se sintió atraído por las luces del lugar y pudo haber volado desde cientos de metros de distancia.