“Al caer la noche, los ojos se le encienden, como si se tratara de dos anillos dorados. A comparación de otras aves, no destaca por su tamaño; sin embargo, su rostro se enmarca por una línea de plumas que parecen cejas juiciosas”, de esta manera describieron los investigadores a un búho asiático de ojos naranjas, ejemplar que se creía extinto pero que, para sorpresa de ellos, lograron avistarlo en medio de la isla de Borneo en Sabah, Malasia.
El último registro que se tenía de esta especie científicamente conocida como Otus brookii brookii data de 1896; es decir, hace más de 100 años que no se sabía nada de ella. Se trata de una subespecie de lechuza rajá, cuyo canto era desconocido hasta ahora; y es que, sin este elemento, era prácticamente imposible saber de su existencia más allá de los archivos históricos disponibles.
Para fortuna del ecologista del Centro Smithsonian de Aves Migratorias, Andy Boyce, logró documentar al singular animal dentro de la isla ubicada en Sabah. Su avistamiento puede considerarse como una gran recompensa para el experto investigador, pues desde 2016 llevaba buscando rastros de vida de esta ave.
Finalmente, después de varios años de estancia en esta región de Asia, Boyce logró fotografiar al ejemplar que se encontraba al interior del parque natural de la zona, en colaboración con los residentes locales.
Este esfuerzo podría ser una de las cumbres de un estudio en el que el ecologista ha estado trabajando a lo largo de una década de observación de diferentes aves que habitan en los bosques. Durante este tiempo, mostró peculiar interés en el ecosistema del monte Kinabalu, lugar en donde precisamente escuchó, observó y registró al ave extinta.
“Si no lo documentamos en ese mismo momento, esta ave podría desparecer de nuevo durante quién sabe cuánto tiempo…fue una progresión de emoción realmente rápida. Estaba muy nervioso e incrédulo cuando lo vi por primera vez y me di cuenta de lo que era”, narra Boyce.
En el caso de este búho asiático, el experto asegura que no es que se haya extinto propiamente. Por el contrario, cree que su desaparición se debe a la baja densidad de su población. Desafortunadamente, el equipo de Boyce no está seguro de cuál sea el hábitat de la especie, debido a que como nunca antes se había fotografiado a un espécimen similar, ni siquiera cuentan con muestras de ADN que proporcionen más información al respecto.