En 2008, un equipo de investigadores liderado por el arqueólogo Richard Oslisly encontró dentro de un complejo sistema de cuevas de Abanda, en Gabón, una población de cocodrilos enanos bastante inusuales. Y es que a diferencia de otros reptiles, estaban adaptados a la oscuridad y a las duras condiciones de vida en las cavernas; por si fuera poco, la mayoría de los ejemplares tenían escamas color naranja.
Ahora, más de 15 años después de aquel descubrimiento, un nuevo estudio reveló más detalles acerca de los denominados “cocodrilos cavernícolas”.
En un artículo para la revista National Geographic, Oslisly, junto con el espeleólogo Olivier Testa y el herpetólogo Matthew Shirley, explican que a diferencia de los cocodrilos enanos que suelen vivir en los bosques, sus similares de otro tono no se alimentan de peces, sino de grillos e incluso murciélagos, y acostumbran nadar en el excremento de éstos últimos, también conocido como guano.
Además, tras recolectar muestras de sangre 40 ejemplares únicos y comparar su ADN con el de otros 200 cocodrilos terrestres de la región, hallaron que los cocodrilos enanos anaranjados transmiten genes diferentes a los de otras especies de cocodrilos enanos originarios de Gabón.
Respecto a su llamativo color naranja, el equipo plantea dos hipótesis: la primera señala que dicha condición es producto de una mutación genética, mientras que la segunda indica que el cambio en la pigmentación se debe a que pasan la mayoría del día nadando en una mezcla alcalina de agua y heces de murciélago.
Si bien aún no se sabe con certeza cuándo llegaron a vivir a las cuevas ni cuánto tiempo llevan ahí, es posible que hayan transcurrido unos cuantos miles de años desde que los primeros individuos ingresaron en busca de alimento o refugio. Después de todo, se requieren cientos de generaciones para desarrollar una firma genética única.
“El aislamiento y el hecho de que son pocos los ejemplares que entran o salen de las cuevas, los encaminan a convertirse en una nueva especie…Si eso va a suceder pronto, es una incógnita”, apuntó Oslisly.