Bien reza la frase que en el amor y en la guerra todo se vale. Lo anterior está perfectamente ejemplificado con la avispa albañil macho (Anterhynchium gibbifrons), un insecto que ataca a sus depredadores mediante un método bastante curioso y doloroso.
A diferencia de su contraparte la avispa albañil hembra, que inyecta un veneno letal en sus atacantes, el macho carece del mismo. Por este motivo, él usa su miembro viril lleno de espinas para agredir a sus enemigos y así escapar de ellos.
Este mecanismo de defensa se compone de espinas delgadas y retráctiles, las cuales se encuentran en ambos lados del pene de la avispa albañil. De hecho, algunos ejemplares machos utilizan dichas púas para sujetar a su pareja durante el apareamiento.
“Las avispas blanden sus falos puntiagudos cuando se enfrentan a un depredador. Ellas esperan el momento correcto para morderlos con sus mandíbulas y clavarles sus espinas”, señala Misaki Tsujii, profesora de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Kobe, en Japón.
“Sin embargo, la mayoría de los esfuerzos de los insectos son en vano, pues en la mayoría de los enfrentamientos terminan siendo devorados, sobretodo si pelean con ranas”, concluye.