La investigación realizada en la Universidad de Oklahoma encontró que los feligreses que asisten a la iglesia más de una vez a la semana poseen 1.4 gatos en promedio, mientras que las personas no religiosas tienen un promedio de dos.
El estudio realizado por el investigador Samuel Perry, en el cuál se encuestó a dos mil personas, concluyó que los ateos, sustituyen la religión con mascotas.
“Somos dueños de mascotas porque amamos su compañía y la interacción especial que nos brindan. De alguna manera, las mascotas son en realidad sustitutos de una interacción humana”, dijo Perry a The Times. También señaló que las personas que siguen fielmente una religión desarrollan una interacción social adecuada y es menos probable que quieran una mascota felina.
Hizo hincapié en el hecho de que los gatos podrían inspirar en sus dueños una actitud de servidumbre debido a su tendencia a dejarse querer bajo sus propios términos, lo que a menudo hace que el dueño de la mascota trate desesperadamente de perseguir ese afecto difícil de conseguir.
Comparó esta actitud con la de los perros, que por el contrario creen que su dueño es una criatura divina, mientras que los gatos se ven a sí mismos como los jerarcas. Por lo tanto, el estudio concluye que debido a la falta de un símbolo religioso que admirar, los ateos inconscientemente dedican su tiempo al cuidado de los gatos.