La relación entre nosotros los seres humanos y los gatos domésticos (Felis catus) se remonta a miles de años, teniendo sus orígenes durante el periodo neolítico, cuando las comunidades comenzaron a practicar la agricultura. Se cree que estos felinos fueron traídos a dichos asentamientos por el exceso de roedores que solían alimentarse de los granos almacenados.
Actualmente, estos seres son una de las mascotas más populares alrededor del mundo, apreciados tanto por su compañía como por sus características únicas. Sin embargo, hubo un momento en que no siempre habitaron gatos en todos los continentes y un nuevo estudio publicado en la revista American Antiquity acaba de revelar detalles importantes sobre su llegada a América.
Titulada “Explorando la Llegada de los Gatos Domésticos a las Américas”, la presente investigación ofrece un análisis exhaustivo sobre cómo y cuándo los apodados michis arribaron a nuestro continente. Para ello, los autores se basaron en análisis arqueológicos e isotópicos, con un enfoque particular en los restos del naufragio conocido como “Emanuel Point Wreck”, que data del año 1559.
Ahí, el equipo encontró restos de gatos comunes, lo que sugiere que viajaban como parte de las expediciones coloniales, posiblemente desde el Caribe, donde, precisamente, ya había evidencia de su presencia post 1492.
Estos sitios, que incluyen diferentes ubicaciones en La Española, Santo Domingo y demás colonias, indican que los felinos se establecieron de forma rápida en el Nuevo Mundo, acompañando a exploradores y navegantes de mediados del siglo XVI.
Por otro lado, el estudio destaca que la introducción de estos animalitos en las embarcaciones fue crucial para el control de plagas, pero también tuvo implicaciones ecológicas más amplias, contribuyendo al control de roedores invasores mientras potencialmente afectaban a la fauna nativa.