A través de un proceso sostenido de crianza intensiva, la raza de perro Pug y la raza de gato Persa desarrollaron estructuras craneales que se asemejan entre sí a comparación de sus similares, concluyó un nuevo estudio elaborado por las universidades estadounidenses de Cornell y Washington.
Tras analizar cómo la presión selectiva ejercida por humanos llevó a la convergencia entre especies domesticadas, los autores identificaron casos claros tanto de caninos y mininos, como entre ambos animales.
Publicada en la revista PNAS, la presente investigación se centró en razas de “cara chata”, técnicamente conocidas como braquicéfalas, cuyos cráneos muestran patrones equivalentes a pesar de tratarse de especiémenes evolutivamente distantes.
“Como resultado de la selección artificial mediante la crianza, ciertas razas de estas dos especies, que compartían un ancestro común pero que han estado separadas evolutivamente hablando durante 50 millones de años, han convergido a tal extremo que son más similares entre sí que con la mayoría de los demás miembros de su propia especie o de sus antepadados”, plantea el trabajo.
“Analizando y midiendo los cráneos de ambas razas, se detectó una asombrosa superposición entre ambas. Este fenómeno no se había observado anteriormente en especies domesticadas”, expone.
Cabe mencionar que el patrón de convergencia se repitió varias veces dentro de cada especie. En los perros, se manifestó en razas como el Bulldog y también por separado en razas asiáticas como el Pequinés y el Shih-Tzu; mientras que entre los gatos, los mismos rasgos se encontraron en razas como la Himalaya y la Birmana.
“Cuando la convergencia ocurre mediante la selección natural, suele ser señal de un rasgo exitoso. En el caso de las especies domesticadas, la evolución ocurre tan rápidamente que puede ofrecer información sobre los procesos evolutivos”, finaliza el estudio.