Ante el rediseño de las rutas aéreas de los aeropuertos internacionales de la Ciudad de México (AICM) y el de Toluca, que puso en marcha la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), la Dra. Jimena de Gortari, coordinadora de Investigación de la IBERO, señaló que la contaminación auditiva que se está registrando en alcaldías del sur y del poniente de la capital no está en la agenda pública.
La especialista en entornos acústicos saturados dijo que el ruido tiene que aparecer entre los temas públicos a discutir, pues toda infraestructura tendría que incorporar este factor que representa el segundo contaminante ambiental de las ciudades. “El ruido tiene que ser parte transversal de cualquier política pública en términos urbanos”.
“No es un tema menor, la contaminación acústica es un tema de salud pública. Sin embargo, aunque es un problema, lejos de atenderse, se siguen teniendo nuevas fuentes de contaminación auditiva”, dijo De Gortari, quien en 2019 creó un Decálogo contra el ruido, como una medida para reducirlo en la CDMX”.
La investigadora alertó que el ruido tiene impacto en la capacidad auditiva de las personas. En ese sentido, describió que el ruido del avión es impulsivo y discontinuo por factores como el clima: si está nublado, se escucha más fuerte; mientras que con viento, el sonido cambia. La discontinuidad también tiene que ver con que no está permanentemente en el aire y los decibeles varían, lo cual es molesto.
Al respecto, la creadora del Diario Sonoro añadió que la incomodidad puede ocasionar estrés que, a su vez, está vinculado a una libración constante de cortisol, lo que incrementa el nivel de azúcar en la sangre. Es decir, hay una serie de afectaciones graves a la salud.
Desde el jueves 25 de marzo, entró en vigor la primera parte del rediseño del espacio aéreo del Valle de México, cuyo fin, a decir de las autoridades, es hacer más seguras y eficientes las operaciones. En este arranque, fueron contemplados por las autoridades federales los aeropuertos de la CDMX y el de Toluca.
Ante ello, Jimena de Gortari dijo que el rediseño pasa por áreas sensibles como la zona de hospitales de Tlalpan, por un centro de conocimiento tan importante como Ciudad Universitaria y por reservas naturales que rodean a la ciudad como Xochimilco, el bosque de Tlalpan y la cadena del valle de Toluca. En este sentido, explicó, el comportamiento de las aves y en general de la fauna se ve muy afectado con el ruido.
La académica insistió en que los problemas son múltiples, pues también ocasiona que disminuya el valor de la vivienda con esta externalidad negativa. Asimismo, al no contar con un sistema de salud homogéneo no siempre es accesible para las personas conseguir un implante coclear o un aparato auditivo, así como recibir atención debida ante un problema cardiaco generado por el ruido.
También habló de la concientización ciudadana, pues las personas no se quejan de este mal invisible hasta que está cerca. “Es algo que no aparece en la agenda pública porque no se percibe y la respuesta es habituarse al ruido, pero es grave porque quizá te acostumbres, pero la afectación a la salud sigue”.
Enfatizó que cuando se hacen rediseños como éste o de vialidades e infraestructuras, el ruido no aparece porque además no se ve; es decir, no es como la contaminación del aire. Por ello, no hay alguna dependencia que lo regule.
Asimismo, sugirió que para aminorar el impacto sería importante procurar horarios que convivan con la vida funcional de la ciudad como ocurre en países como Japón.
La docente invitó a crear estrategias. “El ruido se tiene que trabajar con tomadores de decisiones, con la ciudadanía y la academia”.