Esta semana, Francia, Suecia y Dinamarca alzaron la voz para proponer que los desechos textiles sean considerados como “peligrosos”, tomando en cuenta su creciente impacto medioambiental, sobretodo en países en desarrollo.
Los ministros de Medioambiente de las tres naciones esperan que estos materiales pronto sean regulados en la Unión Europea por el Convenio de Basilea, un acuerdo que entró en vigor en 1992 y busca proteger tanto al planeta como a la salud humana de los efectos nocivos de los movimientos transfronterizos de residuos peligrosos; entre ellos, productos de la producción farmacéutica, de hidrocarburos, resinas, metales y plásticos.
“Tenemos que ponerle fin a la exportación de nuestros problemas de residuos textiles a los países en desarrollo. Hoy día, en el mundo se vende más ropa que nunca”, afirmaron Christophe Béchu, representante de Francia; Romina Pourmokhtari, representante de Suecia; y Magnus Heunicke, representante de Dinamarca.
“Con más de cien mil millones de prendas vendidas anualmente, esta situación convierte al sector textil en uno de los más perjudiciales para el medioambiente en la Unión Europea”, subrayaron.
En ese sentido, el grupo de ministros explicó que todo el ciclo de vida de los textiles está afectado: desde la producción que requiere grandes cantidades de energía, agua y productos químicos, hasta su utilización, debido al vertido de porciones cada vez mayores de microplásticos al medio ambiente, mientras que su transporte, aéreo o marítimo, representa el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
“La Unión Europea debería mostrar más liderazgo y responsabilidad con el cumplimiento de los requisitos del Convenio de Basilea, así como el consentimiento informado y previo para la importación y exportación de los residuos”, concluyeron.