Con el objetivo de contrarrestar la creciente competencia china y los aranceles de Estados Unidos, la Comisión Europea ha propuesto rectificar el veto a la venta de automóviles nuevos que emitan dióxido de carbono (CO2), el cual está fijado para el año 2035.
En ese sentido, el Ejecutivo comunitario planteó que se introduzcan flexibilidades en los objetivos de emisiones contaminantes.
Cabe recordar que hasta ahora, la meta era que los fabricantes de coches de combustión redujeran un 100% sus emisiones de CO2 con respecto a 2021 para 2035, lo que en la práctica suponía el fin de este tipo de vehículo. Sin embargo, mediante la nueva propuesta, dicho margen se reduce hasta el 90%; en tanto, el 10% del volumen de CO2 restante se podrá compensar a través de reducciones previas en la cadena de valor.
Lo anterior permitiría, tras la aprobación del Parlamento Europeo y los Estados Miembros de la Unión Europea, que las marcas sigan fabricando automóviles nuevos; eso sí, siempre y cuando ganen “créditos”, que obtendrán mediante el uso de acero bajo en carbono producido en Europa, y del uso de biocombustibles y de combustibles sintéticos (efuels).
“Afirmamos claramente el principio de neutralidad tecnológica. Confiamos en la industria para proponer las soluciones más pertinentes a fin de alcanzar la descarbonización”, expresó Stéphane Séjourné, vicepresidente de la Comisión Europea.