Un grupo de investigadores en Italia propuso una forma de medir el impacto ecológico del desperdicio global de alimentos debido a su consumo excesivo.
Primero, estimaron el exceso de peso neto de la población de cada país, basándose en el índice de masa corporal (IMC) y la altura. Distribuyeron su contenido de energía entre los grupos de alimentos de acuerdo con la disponibilidad nacional.
El exceso de peso corporal corresponde a aproximadamente 140 mil millones de toneladas de desperdicio de alimentos en todo el mundo.
Esta cifra es una fotografía de los excesos dietéticos acumulados de la población mundial actual, no una tasa de consumo excesivo. Sin embargo, es un orden de magnitud mayor que el actual desperdicio anual de alimentos directos, estimado en mil 300 millones de toneladas.
El impacto desproporcionado del desperdicio metabólico de alimentos crece cuando se calculan sus costos ecológicos. Éste utiliza valores por kilo de miles de evaluaciones del ciclo de vida de los alimentos.
Las frutas, verduras, raíces y tubérculos tienen las mayores tasas de desperdicio directo, pero el consumo excesivo de energía está dominado por alimentos más densos en calorías. Estos generalmente implican más tierra, agua y gases de efecto invernadero.
Tanto es el impacto, que se esperaría que el crecimiento del desperdicio de alimentos metabólico del mundo genere el equivalente a 240 mil millones de toneladas de CO2.
Esta es aproximadamente la cantidad que la humanidad liberó quemando combustibles fósiles en los últimos siete años.