Por fuera no pareciera ser más que una simple caja de herramientas con ruedas. Pero el mecanismo de su interior puede hacer la diferencia entre si una persona sobrevive o fallece por los efectos del SARS-CoV-2.
Es el respirador portátil y de emergencia desarrollado por un grupo que, con el arribo de la pandemia a México, redirigió prontamente sus esfuerzos, hasta entonces enfocados en alcanzar la superficie lunar: el equipo del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.
Y es que, de trabajar en los detalles de la misión COLMENA, que tiene previsto enviar en 2021 una serie de nanorrobots a la Luna, el espacio liderado por el científico Gustavo Medina Tanco pasó a desarrollar uno de los insumos esenciales en la atención de los enfermos de Covid-19.
Un cambio que si bien algunos pudieran considerar radical al tratarse de asuntos diametralmente distantes, para Medina Tanco no es sino un clarísimo ejemplo de los beneficios de la inversión y el desarrollo en ciencia, particularmente del siempre cuestionado incluso vituperado sector espacial.
"Aunque a mucha de la gente le pueda parecer que eso (la industria espacial) de alguna forma está desligado de la realidad, del bienestar social, lo que estás haciendo como país es, por un lado, afianzar el futuro, porque estás invirtiendo en las tecnologías que están a la base de lo que es el desarrollo de cualquier nación en el mundo moderno", sostiene en entrevista el físico argentino y doctor en ciencias.
"Pero aparte de eso, estás creando un gran reservatorio, un reservatorio de infraestructura, de 'know how' y de recurso humano altamente capacitado que se puede reconvertir a cualquier uso inmediatamente en cuanto el país lo necesita, porque las capacidades están ahí".
Tal fue su caso, luego de preguntarse al principio de la contingencia "¿cómo contribuimos como laboratorio?, ¿qué podemos hacer?", e identificar como una necesidad la atención a los problemas respiratorios de los enfermos.
"Entonces, para eso necesitas ventiladores. Tenemos la tecnología, el hardware y el software, que son nuestra especialidad, pues se pueden hacer, no es tan complicado. Somos capaces de hacer una misión a la Luna, pues podemos hacer un ventilador", subraya el científico.
"Nada más hay que planteárselo y sentarse a trabajar. Y aprender, como estamos acostumbrados a aprender en todo".
El resultado fue un dispositivo que, si bien tiene imitaciones en comparación con los equipos comerciales, es muy sofisticado, con dos modos de operación diferentes e inclusive operación asistida.
"Es decir, no sólo te permite mantener a una persona viva y respirando cuando está en una situación de básicamente paro respiratorio, o sea, que él por sí mismo no puede mover sus pulmones, que es la mayor parte de los casos de la gente que llega a estar con respiración invasiva en terapia intensiva.
"Sino que también, en el caso en que ese paciente comience a querer respirar, por ejemplo, sale de ese modo automático en el cual el ventilador esencialmente le impone cómo respirar. (El ventilador) detecta ese intento del paciente y le da la respiración que la persona está pidiendo a la frecuencia que la está pidiendo, porque si no la maquinaría entraría en colisión con el paciente; estarían peleándose una con la otra", explica Medina Tanco.
Pero un ventilador, continúa, es mucho más que una máquina de entregar aire.
"Tiene que entregar aire enriquecido con oxígeno si es necesario, pero además tiene que poder retirar en forma eficiente el CO2 que respira el paciente para no comenzar a asfixiarlo lentamente, etcétera".
Para lograr todo esto se asesoraron con especialistas como neumólogos y bioingenieros del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde realizaron pruebas de calibración. Posteriormente también probaron el respirador en el pulmón artificial del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
La última fase de pruebas se llevó a cabo en cerdos en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, con resultados favorables para tener listo el diseño de un respirador muy robusto, con cuatro motores independientes ("se le pueden romper hasta dos y sigue operando"); cuatro fuentes de potencia ("se le pueden quemar algunas y sigue dando"), y dos microprocesadores en paralelo.
"Porque nosotros también en el área espacial si hay algo que estamos acostumbrados a hacer son cosas que son redundantes, porque casualmente no se pueden arreglar cuando están en el espacio. Entonces la idea aquí es que si estamos en un lugar aislado es casi lo mismo que estar en el espacio", expone.