Su elaboración artesanal consiste en seleccionar los agaves, jimarlos y cocer sus piñas, ya sea en un horno rústico o en autoclaves; después, se extrae el jugo de la piña, se fermenta y se destila en alambiques.
Esta propuesta es resultado de la colaboración entre el Consejo Mexicano Vitivinícola y la startup mexicana Barriocampo, enfocada en ofrecer a pequeñas y medianas empresas un nuevo canal de venta.