Hace menos de una década, el poder de la madera, el alcohol y la tanicidad definían buena parte del carácter de Ribera del Duero, hoy elegancia y frescura encabezan la propuesta vitivinícola más reciente de la zona.
"Hubo una época en la que todo era demasiada concentración, demasiada madera y todo -en viñedo y bodega- era mostrar poder, muchas veces vinos difíciles de beber.
"Todo esto se ha relajado. La ola de la nueva Ribera, los nuevos enólogos, buscamos vinos mucho más suaves y elegantes, igualmente longevos y con capacidad de envejecimiento, pero con una copa más fresca. Más que poder, estos nuevos vinos muestran elegancia", detalla Marian Santamaría de las Heras, enóloga de Dominio Fournier.
De acuerdo con la experta son tres los principios disruptivos que rigen su apuesta: punto de maduración de las uvas, tiempos de maceración y trabajo con barricas.
"Antes, en el campo se llegaba casi a la sobremaduración de la uva, ahora se vendimia en el momento óptimo y no se deja que el vino pierda acidez, por lo que se consigue más frescura y menos alcohol", explica la enóloga.
La expresión frutal, escasa en los vinos de la "vieja escuela", se escondía detrás de notas licorosas y de madera, por prácticas desarrolladas al inicio y fin del proceso de vinificación.
"Los contactos eran muy agresivos: dejaban las pieles en contacto con el jugo muchos días, para lograr más extracción, pero se llegaba a lo licoroso, al desarrollo de aromas a orujo.
"Por otro lado, a pesar de que seguimos trabajando con barricas nuevas, buscamos equilibrio mediante la cata constante. Pasarse de tiempo en madera implica perder frutalidad y tener vinos invadidos por los aromas a barrica".
El canto rodado y el suelo con muy poca materia orgánica, son los primeros escultores de los vinos minerales de Dominio Fournier, cuyas etiquetas recién llegan al mercado mexicano.
"El río Duero es un protagonista fundamental por ser una delimitación natural de las 50 hectáreas que conforman la finca, ubicada en el pueblo de Berlangas de Roa.
"En Ribera del Duero es poco común esta extensión; la región se caracteriza por pequeñas fincas, pero nosotros nos establecimos desde la década de los 60, bajo la idea de château", detalla Santamaría.
Cada parcela es vendimiada y tratada por separado, según sus condiciones particulares marcadas por clima y estilo de conducción de las vides.
"Las condiciones naturales de nuestro terruño hacen que la planta trabaje muy fuerte en taninos y polifenoles, dando vinos longevos, estructurados, con mucha capacidad de ensamblar con el roble. Entre suelo, clima y variedad, que es la uva Tempranillo, tenemos un triángulo perfecto para el envejecimiento", afirma la experta.
A LA COPA Dos Tempranillos de la bodega para probar otro estilo de Ribera del Duero: Fournier Crianza 2016 Persistentes aromas de fruta negra y vainilla gracias a su paso de 12 meses por barricas de roble francés y americano. Fresco y de acidez marcada.
730 pesos en bodegasalianza.com Fournier Reserva 2014 Aromas marcados de fruta negra, especias, vainilla y regaliz, se recomienda decantar. Con una guarda de 18 meses en barricas de roble francés. Fresco y persistente.