Aunque el atole es una de las preparaciones de maíz más populares, hay varios mitos alrededor del atole. Rafa Mier, director de Fundación Tortilla nos ayuda a esclarecerlos.
¿QUÉ ES?
Según define Ricardo Muñoz Zurita en su “Diccionario Enciclopédico de la Cocina Mexicana”:
“El atole o atol es una bebida caliente y espesa hecha a base de maíz cocido, molido y desecho en agua. El agua y el maíz molido se colocan sobre el fuego dentro de una olla de barro o metal, sin dejar de mover hasta que la mezcla se cuece y espesa.
“El resultado se considera el atole original, también llamado atole blanco, atole de maíz o atole de masa”.
Mitos y realidades
Rafael Mier, director de Fundación Tortilla Mexicana, desmitifica creencias comunes:
No son una bebida, sino un alimento líquido. Y con esto, el experto se refiere a que, en vez de pensarse como acompañamiento, debe verse como una preparación completa.
Un litro se elabora con 100 o 150 gramos de maíz; sin endulzar, aporta lo mismo que dos tortillas. Es nutritivo, si se hace con el grano y se evita toda la colada. Los atoles de sobre sí son puro almidón.
Existe una enorme diversidad. Por principio de cuentas, hay atoles hechos simplemente de maíz hervido y otros elaborados de masa nixtamalizada. Pueden o no agregárseles frutas o especias.
Según el maíz con que se haga –casi siempre variedades locales–, el sabor y la textura cambian.
El que se hace de maíz blanco hervido, sin cal, tradicionalmente no se endulza.
Los atoles de uso cotidiano, como el blanco, generalmente se sirven como un desayuno o almuerzo, en cajete, jícara o plato sopero. El uso de tazas o jarritos es algo moderno.
En las comunidades, su consumo está vinculado con la salud. Se da atole calientito a los enfermos, a los abuelos y los bebés que no tienen dientes, y se hace una receta para las madres lactantes.
Su consumo es poco común. Falso, los atoles están súper arraigados en el País. Simplemente, la CDMX está llena de carritos que venden tamales y atole, y en las comunidades, los preparan para desayunar.