Mientras dormimos, nuestro cuerpo trabaja en infinidad de procesos, entre los que destacan la relajación de los músculos y la regeneración y reparación de la piel. Y es que, aunque para muchas personas el concepto de dormir pueda sonar bastante simple, en realidad muchos de los procesos que ayudan a mejorar nuestra piel se dan durante el tiempo del descanso, debido a que el nivel de las hormonas del estrés decrece, permitiendo que las del crecimiento humano contrarresten los signos de daños provocados por los rayos UV y la contaminación.
Además, la circulación de la sangre aumenta, así como la producción natural de colágeno; todo esto ayuda a que los productos que aplicamos en nuestro rostro antes de dormir tengan una mayor efectividad. Es por ello que se recomienda dejar algunas mascarillas o cremas de mayor untuosidad durante toda la noche.
Cabe mencionar que sus beneficios únicamente aparecerán si se duerme lo suficiente, entre 7 y 8 horas diarias. La falta de horas de descanso ocasionará un nivel de hidratación muy bajo en nuestra piel, que se traducirá en acné, enrojecimiento y una tonalidad opaca.
Algunas recomendaciones para potenciar los múltiples beneficios antes mencionados son utilizar una funda para almohada de satín, ya que este material es poco absorbente, lo que ayudará a preservar la piel hidratada, además de que mantendrá tu crema de noche hasta que termine de absorberse. También resultará ideal usar una mascarilla de ojos para prolongar el sueño, aun cuando la luz ya haya comenzado a entrar por tu ventana.
Ahora ya sabes qué es lo que te está causando ese molesto acné o deshidratación de la piel. Recuerda que el mejor aliado para cuidar al órgano más grande de nuestro cuerpo es un buen descanso y dormir las horas suficientes.