"Sólo veo como pasa la gente, mira lo que vendo y se pasa de largo. No hay ventas, no hay dinero y no hay para comer", comenta el señor Francisco, quien, a falta de trabajo, ha decidido salir a las calles e improvisar un pequeño puesto donde vende guantes, unos cuantos focos, limas, lámparas y rastrillos, todos los productos fueron comprados con su liquidación como ayudante de panadero.
"La panadería donde estaba cerró, ya no les fue posible seguir pagando a la gente que ahí trabajábamos; le hablo como de unos siete u ocho. Lo que me dieron sirvió mientras para ir pasando, pero ya no queda más. Preferí comprar estas cositas y vender para que le dé vuelta al dinero y tener un ingreso".
Con este negocio, lleva más de quince días, tiempo en el que don Francisco no ha visto la ganancia de lo invertido; incluso dice sentirse arrepentido de la decisión que tomó.
"Pasa el tiempo y nada que veo el dinero que gasté en todo esto. Es desesperante. Llego a la casa y le doy a mi esposa casi 50 o 70 pesos. Dígame, ¿para qué alcanza eso?"
Aun cuando en las calles ya se ve mayor actividad, todavía hay quienes padecen por la falta de ventas e ingresos.
"Sí hay gente, veo pasar mucha todos los días, pero salen por lo necesario, tal vez por la comida, no gastan en más".
Todos los días, Francisco llega cuando el sol recién ha salido, con la intención de vender más que el día anterior; sin embargo, cuando el sol se oculta y es hora de volver a casa, en sus bolsillos sólo encuentra unas cuantas monedas, que apenas alcanzan para comprar pan y un litro de leche.