Las funerarias del Valle de Toluca, se han convertido en verdaderos búnker, los servicios incrementaron casi un 100 por ciento, los patios traseros se han convertido en estacionamientos de carrozas que resguardan los cadáveres con COVID-19.
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El ir y venir de hombres con trajes especiales color amarillo, se puede ver a la distancia, detrás de una reja, comienza todo el procedimiento para dirigir el cuerpo a su destino final: un horno.
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El encargado de una funeraria ubicada en Metepec, revela que de abril a la fecha, han realizado 90 incineraciones, la mayoría han sido de varones que van de los 40 a 60 años de edad.
"Los hombres del traje", cómo se les ha nombrado aquellos que tienen el último contacto con personas que murieron de coronavirus, se alistan y comienzan con la sanitización, esparcen el líquido en piso, paredes y vehículos, este procedimiento se da antes de que retiren a la persona del ataúd y lo coloquen en una plancha de metal.
Está escena se repite por lo menos 12 veces al día, y es que el número de incineraciones creció desde abril, quienes se dedican a este giro, muestran su tristeza ya que comentan, no hay quien despida a los hombres o mujeres que van dentro de las bolsas negras.
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De los servicios que se ofrecen en estos lugares, un 80 por ciento han sido incineraciones por COVID-19 y un 20 por ciento por otras causas, los cuerpos provienen de hospitales como el Nicolás San Juan, clínica 220 y 251 del Instituto Mexicano del Seguro Social, Adolfo López Mateos así como de la Ciudad de México.
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Después de tres horas, la agonía por la espera termina para varias familias, las cenizas de su familiar son entregadas, sin embargo, detrás de ellos vienen más, en tanto los "hombres del traje" aguardan afuera del horno, en espera de más cuerpos.
