A lo largo del tiempo, nosotros como seres humanos hemos construido historias románticas en torno a distintos animales, como los caballitos de mar o los pingüinos, éstos últimos bajo el dulce ritual popularizado en el que el macho de la especie busca la piedra más hermosa para jurarle amor eterno a su pareja.
Sin embargo, la realidad nos indica que la lealtad entre pingüinos es más cercana a aquellas alianzas que se tejen en el reino animal, y muy lejanas a la monogamia concebida por el amor romántico entre personas.
Cuando estos animales encuentran a su pareja, año con año, se reúnen tras largos meses de nadar en aguas heladas, explorar nuevos territorios y cazar en los océanos. Una vez ahí, los machos se adelantan para ordenar los nidos y esperar a las hembras, que aparecen días después para anidar.
A pesar de que el comportamiento anterior refuerza la idea de la monogamia entre pingüinos, únicamente representa una parte de lo que sucede.
Resulta que un grupo de expertos de WordsSideKick.com, portal científico especializado en la naturaleza y el reino animal, reveló que, efectivamente, estas aves marinas suelen aparearse con una sola pareja, pero copulan con otros ejemplares de la colonia antes de establecerse.
Pero eso no es todo, pues también es común que uno de ellos no regrese a la zona de reproducción. En estos casos, la pareja podría pasar la temporada con un macho diferente.
“Los pingüinos no son realmente monógamos. Los criadores coloniales, como los pingüinos, pueden ser monógamos, ya que cuentan con una pareja con la que anidan y crían polluelos cada temporada, pero eso no significa que no se lleven a cabo `actividades extracurriculares´”, señala Emma Marks, ecologista conductual del sitio web.
Y si aún creías que la piedra es el símbolo de amor entre una pareja de pingüinos, y que tiene un valor similar a un anillo de compromiso, la misma especialista afirma que ésta podría no ser tan importante para la relación.