El amor es un misterio. Las famosas “mariposas en el estómago” que nos hacen tan felices y a la par, en caso de que no sea recíproco, sean todo un problema, solo pueden explicarse a través de obras de arte o poemas que exalten la emoción de estar enamorado.
De ahí la dificultad que tiene la ciencia para poder explicar, de manera objetiva, por qué somos capaces de sentir esa conexión con alguien, esa necesidad de cercanía física, ese pensamiento que a todas horas nos lleva a pensar en esa persona especial.
Por ello, ante la pregunta de que si los animales también pueden enamorarse entre ellos nos remite a lo que entendemos nosotros por amor, si éste es cuantificable u observable en el mundo físico.
Y es que existen corrientes de la biología que advierten un peligro para el estudio científico sobre el hecho de asignarles a los animales rasgos humanos y significados que simplemente no están ahí. Sin embargo, no hay otra manera de hacerlo: preguntarse por el amor en los animales pasa por establecer una base sólida sobre lo que la ciencia entiende y define por amor en los seres humanos.
Así lo cree Bianca Acevedo, psicóloga de la Universidad de California (Estados Unidos) mediante un artículo publicado en la revista Discover.
“Una perspectiva ampliamente aceptada es que existen dos tipos de amor: uno apasionado, de carácter romántico; y otro de compañía, como por ejemplo el que podemos sentir por un familiar o amigo”, explica.
En el reino animal, al igual que en el humano, los distintos ejemplares se alían para sobrevivir y convivir juntos; y a veces parece que realmente sienten un lazo muy estrecho entre ellos, de la misma forma que lo hacemos nosotros con nuestros hijos, padres o amigos. De ahí que se hayan llegado a grabar elefantes que parecen velar y llorar a sus muertos, o madres mono que cargan con el cadáver de sus hijos.
Estos ejemplos son una muestra de que los animales, efectivamente, tienen vínculos emocionales con sus iguales.
Sin embargo, existen otros casos que también pueden hacer pensar que los animales sienten amor romántico. Claudia Vinke, bióloga especializada en conducta animal de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) admite que ha visto parejas de albatros que permanecen juntas durante más de 60 años: “Todos los meses sobrevuelan los océanos y luego, una vez al año, acuden a una isla, se ven, se saludan y llevan a cabo rituales que parecen amorosos. Si los observas, resulta fácil sospechar que hay un vínculo más que afectivo entre ellos”.