Un equipo internacional de investigadores de 16 universidades e instituciones, entre las que se encuentra el Instituto Tecnológico de Massachusetts, afirma que la humanidad ha llegado a un punto en el que debe elegir si legará a las generaciones futuras un océano resistente y vibrante o uno "irreversiblemente perturbado".
Los investigadores identificaron nueve componentes clave para la reconstrucción de los océanos: marismas, manglares, praderas marinas, arrecifes de coral, algas marinas, bancos de ostras, pesca, megafauna y océano profundo. En ellos, hay que concentrarse en seis tipos de intervenciones (o “cuñas de recuperación”): proteger especies, hacer aprovechamientos sabios y racionales, proteger espacios, mitigar el cambio climático, restaurar hábitats y reducir la contaminación.
Si lo hacemos “se demuestra que la abundancia de vida marina puede recuperarse dentro de una generación humana, de dos a tres décadas, para 2050”, expone Carlos Duarte, del Centro de Investigación del Mar Rojo de la Universidad de Ciencia y Tecnología King Abdullah, en Arabia Saudita.
Es un gran desafío que implicaría no sólo cumplir los objetivos del Acuerdo de París, sino también regular la caza, la caza furtiva, la sobrepesca y a las industrias que explotan las profundidades del mar. Es un gran desafío, pero este trabajo sugiere que la complicada situación del océano podría no ser tan desesperada como parece.
"Tenemos una pequeña oportunidad para legar un océano saludable a la generación de nuestros nietos, y tenemos el conocimiento y las herramientas para hacerlo. No podemos condenar a nuestros nietos a contemplar un océano destrozado y sin medios de vida de alta calidad; no es una opción", aclara Duarte.