A principios de esta semana, científicos de Colombia confirmaron el primer caso de un ocelote albino (Leopardus pardalis) en la historia, esto luego de practicarle pruebas genéticas a la felina de pelaje blanco y ojos rojos, que por el momento permanece bajo protección en Antioquia.
De acuerdo con un comunicado oficial, la ejemplar fue hallada hace un año cuando todavía era una cría de tan sólo 440 gramos en la zona rural de Amalfi; no obstante, al principio fue identificada como una puma yaguarundí.
Ahora, este espécimen, considerado “extremadamente inusual”, alcanzó la etapa adulta y pesa 12.8 kilogramos. Comúnmente, los ocelotes suelen tener el pelaje pardo, ser carnívoros y cazadores; pero la felina albina, dada su mutación genética y ceguera parcial, no pudo ser liberada a la vida silvestre.
En entrevista para medios locales, Catalina Díaz Vasco, bióloga colombiana, aseguró que el reciente descubrimiento ha generado emociones encontradas entre la comunidad científica. Y es que los especialistas saben que el animal ha sufrido y eso no es una buena señal en torno a los bosques de Antioquia.
“Varias publicaciones van a tener un tono celebratorio, pero sinceramente no tenemos que estar contentos de que exista”, enfatizó Díaz Vasco.
“La ocelote albina deja en evidencia que la actividad humana, específicamente en Antioquia, Colombia, ha vulnerado la situación de los felinos. La ganadería, la minería y los cultivos de café interrumpen los corredores naturales que conectan los bosques”, concluyó.