Diferentes centros de investigación alrededor del mundo, como el Instituto Sloan Kettering (Estados Unidos), están comenzando a utilizar alternativas no mamíferas con el objetivo de reducir el número de roedores que suelen formar parte de la investigación biomédica, al mismo tiempo de disminuir costos y acelerar resultados.
Los ratones de laboratorio (Mus musculus) han sido fundamentales en la medicina durante años, incluyendo el estudio del cáncer y el desarrollo de nuevos tratamientos. Sin embargo, recientemente otros animales, en especial las orugas, demostraron que también pueden ser usadas como opción para estudiar, por ejemplo, la inflamación intestinal.
Una de las más populares entre los científicos es la oruga Manduca sexta, debido a que cuenta con un alto grado de similitud con la estructura y fisiología del intestino humano. Además, estos insectos son lo bastante grandes al momento de tomar imágenes con los mismos instrumentos que a los pacientes humanos.
“Las orugas son básicamente un intestino largo, por lo que representan un modelo ideal para estudiar la enfermedad inflamatoria intestinal”, señala el Dr. Jan Grimm, radiólogo y médico nuclear.
“Y como alrededor del 75% de los genes causantes de enfermedades humanas conocidas tienen homólogos en los insectos, estos modelos podrían ser útiles en futuras investigaciones preclínicas de otros padecimientos como el cáncer, la diabetes, la neurodegeneración y por supuesto, las infecciones”, explica.
Otras ventajas a tomar en cuenta de las orugas es que, al ser invertebrados, el proceso administrativo resulta más sencillo. De igual manera, pueden mantenerse dentro de un recipiente de acrílico con hojas frescas y toallitas húmedas, situación que reduce costos de alojamiento en comparación con los roedores y el resto de mamíferos.