A poco más de mil 200 kilómetros de profundidad, un equipo del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA) de Nueva Zelanda realizó un hallazgo único.
Durante una investigación sobre la población actual del pez hoki, la especie más consumida a nivel nacional, los científicos encontraron una extraña cría de tiburón fantasma, nombre genérico con el que se le conoce a los ejemplares de la familia de los quimeriformes, un grupo de peces parientes a los tiburones y rayas, los cuales destacan por tener un esqueleto hecho de cartílagos en lugar de huesos.
Con una apariencia gelatinosa y un primer desarrollo de su aleta dorsal, la cría fue hallada cerca de la elevación de Chatham, una enorme meseta submarina que se extiende a través de mil kilómetros al sur del país oceánico.
Según el NIWA, los embriones de dragón fantasma se desarrollan en cápsulas de huevos colocadas en el fondo del mar, alimentándose hasta que están listos para eclosionar.
“Sabemos que este tiburón fantasma acaba de salir de su cascarón porque tiene la barriga llena de yema de huevo. Es bastante asombroso, pues la mayoría de ejemplares avistados en aguas profundas son, por lo regular, especímenes adultos”, explicaron.
A lo largo de la historia, los encuentros con dragones fantasma han sido poco frecuentes. Ejemplo de ello es que el Hydrolagus trolli, una de las especies más representativas de los quimeriformes, sólo ha sido avistado en 6 ocasiones, y el primer video de un individuo vivo se grabó apenas en 2016, cuando un vehículo operado a control remoto se encontró accidentalmente con uno durante un recorrido en el Pacífico Norte.