El cerdo pelón mexicano tiene su origen en 1492, cuando los españoles trajeron consigo los primero porcinos a América. Hoy en día, esta raza se preserva en la península de Yucatán, lugar donde hay una importante reserva con ejemplares puros. Antes de la llegada de los europeos, en México no existían cerdos.
Una de las principales características de estos puercos es su economía, ya que para ser alimentados se requiere forraje de baja calidad. Otra de sus ventajas es que su carne se produce sin antibióticos, lo que la vuelve más sana para el consumo humano.
Sumado a lo anterior, la forma en que se cría le permite tener mucho menos estrés que otros porcinos. Por más increíble que parezca, estas condiciones influyen en el sabor de la carne, haciéndolo ideal para platillos como la cochinita pibil.
El cerdo pelón mexicano representa importantes ingresos para Yucatán. Actualmente la raza pura está en peligro de extinción, numerándose cerca de mil individuos. Entre las causas de la baja poblacional, se encuentran su cruce con otras razas y el cambio en su crianza tradicional. Su color es negro, posee grandes orejas y hocico, y es lampiño.
El cerdo pelón mexicano, un modelo de negocio
El nivel de producción tradicional del cerdo pelón mexicano contempla lo siguiente: cada camada produce seis puerquitos, cuyo destete se da alrededor de los 45 días. A su vez, cada una de las cerdas puede tener hasta dos camadas al año. La edad en la que es viable su venta es a los siete meses.
Durante la época de lluvias los cerdos pueden ser alimentados con pasto, mientras que durante la sequía, puede consumir forraje de árbol o jugo de caña de azúcar. Sin embargo, los espacios de su crianza requieren de 5 hectáreas para un macho y 26 hembras.
Entre las grandes ventajas de la recuperación del cerdo pelón mexicano se encuentra la soberanía alimentaria y un modelo de porcinocultura amigable con el medio ambiente.