De entre todas las plantas y animales que hacen de Australia la isla con más especies endémicas del mundo, los caballos no figuraban en su territorio hasta 1788, cuando un conjunto de barcos británicos introdujo los primeros ejemplares al continente oceánico.
Desde entonces, los caballos, llamados brumbies por los habitantes locales, se extendieron por todo el sureste del país, específicamente en una región limitada por los Alpes Australianos, que concentra la única cordillera superior a los 2 mil metros sobre el nivel del mar en Australia.
Ahora, más de dos siglos después, los brumbies son considerados como una especie invasora que amenaza a la flora y fauna nativa de los Alpes Australianos. Con una población salvaje conformada por caballos abandonados, fugitivos y perdidos, se calcula que existen cerca de 25 mil brumbies habitando en las provincias de Nueva Gales del Sur y Victoria.
Y aunque los ecologistas australianos han advertido desde hace décadas del peligro que conlleva el crecimiento de su población, no fue hasta esta semana que las autoridades del país oceánico presentaron un polémico plan para frenar a los caballos salvajes.
La iniciativa consiste en sacrificar a un total de 10 mil ejemplares, para así controlar su población y evitar un mayor impacto en las especies de flora y fauna nativa.
En una primera fase, el gobierno australiano pretendía relocalizar a la mayoría de caballos salvajes en propiedades privadas, de modo que los dueños particulares se comprometieran a hacerse cargo de ellos durante el resto de su vida.
Sin embargo, factores como la dificultad y los recursos que conlleva la reubicación de miles de caballos salvajes obligaron a las autoridades a incluir en su plan una medida más drástica: en caso de no cumplir con el cometido por la primera vía, el proyecto contempla sacrificar a la mayor cantidad de brumbies posibles vía aérea, disparándoles desde un helicóptero.
Como era de esperarse, el plan causó revuelo entre la población australiana. Tal es el caso de la comunidad científica, la cual consdiera que sacrificar a 10 mil caballos salvajes aún es “insuficiente” para minimizar su impacto en el ambiente.
Y es que de acuerdo con las proyecciones de los expertos, el número de ejemplares aumenta a un ritmo de 18% anualmente, y éste se ha multiplicado más del doble desde 2014 a la fecha. De continuar con esta tendencia, la población de brumbies podría alcanzar los 20 mil ejemplares en 2022, comprometiendo aún más del futuro de los Alpes Australianos.