El asesinato de Rafiki, un famoso gorila de montaña, a manos de cazadores furtivos supone un fuerte revés, tras décadas de labores de conservación, para alejar a esta especie del precipicio de la extinción.
Según un comunicado del 12 de junio de la Autoridad de Fauna Silvestre de Uganda, las autoridades de esa nación detuvieron a cuatro presuntos cazadores furtivos tras la muerte de Rafiki, un espalda plateada de 25 años que lideraba un grupo de 17 gorilas en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable, de Bwindi, desde 2008.
El gran simio, favorito de muchos turistas, falleció cuando un cazador furtivo le clavó una lanza en el vientre, que penetró los órganos internos, según un informe post mortem. La última vez que un gorila de montaña murió en manos de seres humanos fue en 2011.
La familia de Rafiki buscaba alimento en las fronteras del parque con regularidad; era "un grupo simbólico en lo que respecta a la coexistencia" con las personas, señala Anna Behm Masozera, directora del Programa Internacional de Conservación de Gorilas, una coalición regional de grupos medioambientales. "La muerte de Rafiki y las circunstancias que la rodean son importantes. Él era el único macho maduro de este grupo emblemático".
Rafiki desapareció el 1 de junio y una partida de búsqueda halló su cadáver mutilado al día siguiente. Los guardabosques rastrearon a un sospechoso hasta una aldea cercana, donde presuntamente lo encontraron con carne de caza y trampas, una lanza y campanillas que se colocan en los collares de los perros de caza. Admitió que él y otros tres hombres habían estado cazando antílopes en el parque y que habían asesinado a Rafiki para defenderse cuando el animal los atacó.
Conforme a la estricta legislación de Uganda, los cuatro hombres se enfrentan a una pena de cárcel o a una multa de 5,4 millones de dólares si se les declara culpables por matar a un ejemplar de una especie en peligro de extinción.