La araña joro (Trichonephila clavata) es una especie nativa de Asia que, comúnmente, se puede encontrar en países como Japón, China y Taiwán. Pero a diferencia de otros arácnidos más discretos, las joro son fácilmente reconocibles gracias a sus franjas negras y amarillas que alternan en sus largas patas, además de su inconfudible abdomen con tonos verdes, rojizos y amarillos brillantes.
Aunque a ciencia cierta no se sabe cómo cruzó el Pacífico, el primer avistamiento de la araña joro en Norteamérica fue registrado en el año 2014, en el pueblo de Braselton, ubicado a 80 kilómetros al noreste de Atlanta.
Tras su hallazgo, el ejemplar fue inmediatamente examinado por científicos del Museo de Historia Natural de la Universidad de Georgia, quienes confirmaron que, efectivamente, se trataba de una Trichonephila clavata.
Ahora, a más de siete años de la llegada de la primer araña joro en suelo estadounidense, la Universidad de Georgia asegura que durante el presente año se han avistado múltiples ejemplares en al menos 25 condados del país.
Considerando que una sola hembra es capaz de poner hasta mil 500 huevos en su ooteca (masa esférica que funge como capullo para depositar a sus crías), los expertos estiman que, muy pronto, éstas alcanzarán a otros estados del país con climas similares a Georgia.
Al respecto, la universidad se encuentra manteniendo una estrecha vigilancia hacia estos insectos, pues su potencial esparcimiento podría incidir negativamente en las especies nativas del país e incluso, provocar un desequilibrio ecológico en la región.
La buena noticia es que, a pesar de su apariencia, la araña joro es completamente inofensiva tanto para los seres humanos como para mascotas. Aún cuando su telaraña sea atacada directamente por alguno de estos seres, las joro prefieren escapar antes de enfrentar un encuentro.