Con 346 kilómetros de largo, el río Támesis es el más largo de Inglaterra. Desde el periodo Neolítico, pasando por la ocupación romana y la Edad Media, el Támesis ha servido como ruta de navegación, y fuente de agua y alimentos para Londres, ciudad cuya historia sería imposible de contar sin mencionar el caudal del río.
Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. Durante la Revolución Industrial, comenzó la contaminación masiva del Támesis, misma que se agravó en las décadas siguientes. Tal fue el impacto de ésta que, para mediados del siglo XX, la baja concetración de oxígeno en la mayor parte de sus aguas era tal que el río fue declarado “biológicamente muerto” en 1957.
Pero eso no es todo; pues el último informe sobre el estado del río Támesis, realizado por la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL, por sus siglas en inglés), reveló un inesperado hallazgo.
Resulta que actualmente, el Támesis posee nada más y nada menos que 115 especies de fauna marina, incluyendo tres tipos diferentes de tiburones, anguilas, caballitos de mar, entre otros.
Por si fuera poco, además de la fauna marina, se han identificado 92 especies de aves y un número creciente de los ejemplares de focas que habitan en su estuario.
Al respecto, el reporte considera que esta increíble recuperación de especies comenzó en la década de los 90 y desde entonces, tanto la calidad del agua como la concentración de oxígeno ha sido cada vez mayor.
A pesar de que el aumento de las especies que habitan en el río es un signo inequívoco de su recuperación, el Támesis sigue enfrentando otros peligros, como la contaminación de microplásticos y la crisis climática. Ejemplo de ello es que, según el reporte, sus aguas se están calentando a un ritmo de 0.2 grados centígrados al año.