Además de percibir el mundo a través del olfato, los perros tienen la capacidad de procesar las emociones ajenas, humanas o caninas, de manera diferenciada según el origen del olor.
Así lo dio a conocer un nuevo estudio publicado en la revista Behavioural Brain Research, el cual también reveló que estos animales domésticos usan de forma asimétrica sus fosas nasales al olfatear estímulos emocionales, utilizando la derecha para aromas de otros perros en situaciones de estrés y la izquierda para aromas humanos relacionados al medio o el estrés físico.

Para llegar a esta conclusión, el equipo involucrado analizó el comportamiento de 31 ejemplares (20 hembras y 11 machos) de diferentes razas, edades y tamaños, que fueron expuestos a estímulos olfativos como muestras de aroma de hombres sanos o de canes de género opuesto.
El análisis de los datos arrojaron que los participantes emplearon consistentemente la fosa nasal derecha al olfatear olores de sus similares, situación que implica la activación del hemisferio derecho, que suele ser vinculado al procesamiento de estímulos amenazantes o novedosos.
En contraste, al olfatear olores humanos, utilizaron preferentemente la fosa nasal izquierda, lo cual sugiere la participación predominante del hemisferio izquierdo, asociado a la felicidad.
Para los autores, este sesgo opuesto en la lateralidad indica que los perros procesan de manera diferenciada las señales químicas según su origen, ya sean conespecíficas (de otros perros) o heteroespecíficas (de humanos).