El aumento de la superficie destinada al cultivo de cocaína, la contaminación que provoca su producción y las operaciones de tala o minería ilegal en las que se han involucrado los cárteles de la droga están amenazando gravemente el ecosistema del Amazonas y regiones tanto de México como de Centroamérica.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), este fenómeno recibe el nombre de “narcodeforestación”, el cual expone el nexo entre el narcotráfico, los crímenes medioambientales y delitos como la extorsión, el fraude, el trabajo forzado y los homicidios, mismos que afectan a la selva y sus habitantes, especialmente a los pueblos indígenas, víctimas de desplazamientos forzados, envenenamiento por mercurio y mayor exposición a la violencia.
Mediante un informe, el organismo internacional advirtió que esta situación ha escalado a tal punto que podría orillar a las poblaciones vulnerables a participar en la economía ilícita. Por ejemplo, practicando el tráfico de cocaína o de gasolina subvencionada, utilizada para fabricar dicho producto ilegal.
“En los Andres, la expansión del cultivo ilícito de cocaína ha causando una importante deforestación, degradación del suelo, y pérdida de flora y fauna”, indica el documento.
“Mientras que en México o Centroamérica, el cultivo o tráfico de drogas convergen también con la tala ilegal y el comercio de especies silvestres”, apunta.