La costumbre de dejar el teléfono celular conectado durante toda la noche es tan habitual que pocos se cuestionan sus efectos reales sobre la durabilidad del dispositivo. Y es que la creencia popular indica que despertar con el smartphone al 100% es sinónimo de buena rutina y que retrasar la carga hasta llegar al 1% representa un gesto responsable.
Sin embargo, para los expertos, este hábito significa un impacto negativo en la vida útil de la batería, especialmente cuando se supera el umbral seguro de carga, el cual se encuentra en el propio material de las baterías modernas.
Hoy día, la mayoría de los modelos del mercado incorporan baterías de iones de litio, una tecnología que, aunque eficiente, resulta particularmente sensible a los extremos de carga.
Cuando estos componentes se mantienen durante largas horas al 100%, como ocurre por costumbre al cargalos en la noche, el estrés químico altera la estructura interna de las celdas y debilita el electrolito. Las consecuencias de este proceso pueden verse reflejadas en una pérdida significativa de capacidad, sobrecalentamiento y, en los casos más graves, oxidación interna, daño estructural y reducción hasta en un 20% de la vida útil de la pila, obligando así al usuario a reemplazar el dispositivo o invertir en reparaciones mucho antes de lo esperado.
Como consejo, los especialistas recomiendan poner a cargar el celular cuando el porcentaje esté entre el 20 y el 40%, y desconectarlo cuando alcance entre el 80 y el 85%. Esta estrategia de carga parcial reduce el estrés y la degradación interna, maximizando la longevidad de la batería sin sacrificar la autonomía diaria.