Según informa el diario ABC, un equipo de expertos ha indagado en los orígenes de este tipo de plantas, centrándose sólo en especies muy alejadas entre sí, que presentan características similares. Se trata de las plantas carnívoras de jarras australianas, americanas y asiáticas, cuyo análisis ha revelado datos muy interesantes.
Tal y como podemos leer en Ambientum, las plantas jarra de Australia (Cephalotus follicularis), Asia (Nepenthes alata) y América (Sarracenia purpurea) se separaron hace más de 100 millones de años, aunque eso no evitó que evolucionaran de la misma forma, adoptando las mismas estrategias para lograr capturar a sus presas.
¿Qué permitió que estas plantas se convirtieran en carnívoras, aun estando tan alejadas? El estudio, publicado en la revista Nature Ecology & Evolution ha demostrado que las tres especies utilizaron las mismas proteínas para crear las enzimas que emplean para digerir a sus presas. Las plantas carnívoras de jarra utilizan la trampa de caída para alimentarse. Según los expertos, las plantas utilizaron los genes y proteínas dedicados a protegerlas de enfermedades para una nueva actividad: la digestión de insectos. Entre las enzimas digestivas destacan la quitinasa básica, capaz de descomponer el exterior duro de los insectos, y la fosfatasa ácida púrpura, que da acceso al fósforo, uno de los nutrientes básicos proporcionados por las presas.
La adaptación de las plantas carnívoras es especialmente valiosa para los expertos, ya que pone en evidencia su lucha por conseguir nutrientes en suelos empobrecidos. Así lo explica Kenji Fukushima, uno de los autores del estudio y miembro del Instituto Nacional de Biología Básica de Japón: "Las plantas carnívoras suelen vivir en ambientes pobres en nutrientes, por eso, la habilidad de atrapar y digerir animales puede llegar a ser indispensable, dada la escasez de otras fuentes de alimentación".