Nunca un trozo de metal había dado tanto de qué hablar desde la invención de la forja.
El inquietante monolito de acero hallado entre los cañones del desierto de Utah (oeste de Estados Unidos), cuyo reciente descubrimiento ha alimentado una espiral de especulaciones a cual más peregrina, se ha evaporado tal y como apareció, como por ensalmo. La agencia de ordenación del territorio de Utah dice haber recibido “testimonios creíbles” de que la escultura hallada por casualidad a mediados de noviembre por una patrulla aérea que mapeaba el número de cabezas de borregos cimarrones en el área “fue retirada por un desconocido” la noche del viernes, pese a que las autoridades no habían especificado su ubicación para evitar una avalancha de curiosos, cazarrecompensas o aficionados a lo paranormal: “La Administración no ha retirado la escultura, pues se considera propiedad privada”, añade el comunicado oficial; razón por la que el caso, que correspondería al sheriff local, no está siendo investigado por el momento.
La noticia del hallazgo se viralizó rápidamente en internet, y muchos compararon la similitud de la escultura -si es que lo es, y no una broma aviesa- con extraños monolitos alienígenas como el de la famosa película de ciencia ficción de 1968, dirigida por Stanley Kubrick, 2001: una odisea en el espacio; un clásico del género y de la historia del cine. Sin embargo, la hipótesis más plausible enfoca al escultor minimalista John McCracken, autor de piezas casi idénticas expuestas durante años en una galería de Nueva York, además de aficionado a la ciencia ficción y entusiasta de la vida extraterrestre.
A medida en que la historia se esparcía como la pólvora por Internet, se desató también una enloquecida carrera por dar con el lugar exacto donde el objeto había sido emplazado. Al parecer, en 2016, varios años después de la muerte de McCracken, lo que añade aún más suspense a la historia. Con ayuda de las formaciones geológicas de los alrededores, los imponentes cañones rojizos del sur del desierto de Utah, miles de internautas recorrieron a través de Google Maps las hoces hasta el último de sus meandros, con la esperanza de localizar la pieza, de unos 3,5 metros de alto. Pero en última instancia, y a la espera de que la oficina del sheriff decida si toma cartas en el asunto, se desconoce quién, humano o extraterrestre, retiró el armatoste del lugar.
John McCracken, un artista estadounidense conocido por sus esculturas minimalistas de madera y metal, vivió durante un tiempo en el estado de Nuevo México, vecino de Utah, y murió en 2011. Su hijo, el fotógrafo Patrick McCracken, declaró esta semana al diario The New York Times que su padre le había dicho en 2002 que le encantaría “dejar sus obras en ambientes perdidos para que fueran descubiertas más tarde”. Esta misma semana, también David Zwirner, representante legal de McCracken y uno de los dueños de la galería de Manhattan que expuso su obra, dijo que es posible que el “monolito” misterioso sea obra del artista. No obstante, afirmó que el personal de la galería “está dividido al respecto”.