Sudáfrica y sus científicos recibieron con impotencia y disgusto la drástica reacción y el aislamiento internacional del sur de África tras la detección de la variante Ómicron, si bien el gobierno del país debate también si tomar medidas adicionales pese a las aún bajas tasas de contagio.
"Esta última ronda de prohibiciones de viaje es como castigar a Sudáfrica por su avanzada secuenciación genómica y por su capacidad para detectar variantes más rápido. Una ciencia excelente debería ser aplaudida, no castigada", criticó este sábado en un comunicado el Ministerio de Exteriores sudafricano.
"Apuntamos también que las nuevas variantes fueron detectadas en otros países. Esos países no tienen vínculos recientes con África del sur. Merece la pena hacer notar que la reacción a esos países es marcadamente diferente", lamentó la cartera.
"Draconiana", "injustificada" y "contraproducente" fueron los calificativos que ayer utilizó el ministro de Sanidad sudafricano, Joe Phaahla, para describir la drástica reacción internacional con los países australes africanos.
El gobierno que encabeza Cyril Ramaphosa lamentó, además, la escasa voluntad de diálogo del resto de países y los graves efectos que el miedo y las prohibiciones tendrán en la debilitada economía sudafricana, especialmente en el turismo, justo a las puertas del verano austral.
Las cifras de contagios en Sudáfrica, por el momento, se mantienen relativamente bajas (2.828 nuevos casos este viernes, entre una población de unos 58 millones), pero en los últimos días viene en rápido aumento, especialmente en la provincia de Gauteng (donde están Johannesburgo y Pretoria).
En ese contexto y con indicios de que ese veloz incremento podría ser culpa de la variante ómicron, el Gobierno sudafricano programó hoy una reunión del consejo que estudia las restricciones en el país.
Las autoridades sanitarias, mientras, insisten en la importancia de la vacunación -que en Sudáfrica ronda el 24% y cuyo ritmo se había ralentizado en las últimas semanas- y recalcan que nada apunta a que las fórmulas existentes no vayan a ser eficaces, como mínimo, contra la enfermedad severa.