“Existe la creencia totalmente errónea de que si ves mal y te pones gafas, cada vez verás peor o que te aumentará más rápidamente la graduación. También se tiende a decir que si empiezas a tener problemas para ver de cerca, es mejor aguantar y esperar, porque cuando finalmente te pones gafas empeorará tu visión y dependerás ya para siempre de ellas”. Así lo explica Sara Bueno, responsable del Área Docente del Grado en Óptica, Optometría y Audiología de la Universidad CEU San Pablo, en Madrid.
La realidad es que si necesitamos gafas y no las utilizamos solamente pueden pasar dos cosas: “La primera es que no veamos bien, ya sea de lejos o de cerca; y la segunda es que consigamos ver bien, pero sometiendo a nuestros ojos a un sobreesfuerzo que puede tener otras consecuencias, como la fatiga ocular, el dolor de cabeza, el lagrimeo, la pesadez de ojos…”, dice la experta.
La dificultad para ver bien es el principal signo de que necesitas gafas.
La pérdida de agudeza visual de cerca (para leer o usar el móvil), a distancia intermedia (para trabajar con el ordenador) o de lejos, será la señal inequívoca de que algo está pasando en nuestro sistema visual y requerirá una revisión optométrica que detecte qué es lo que está fallando.
Hay varios escenarios:
Puede ser que haya un defecto de refracción como la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo.
Puede afectar de forma desigual a cada uno de los ojos, lo que da lugar a un desarrollo deficiente de nuestro sistema visual binocular, como por ejemplo la ambliopía u ojo vago.
Puede ser algo normal, relacionado con el paso de los años, la aparición de la vista cansada o presbicia que ocurre a partir de los 42 o 45 años.
Cuando aparece la miopía
La miopía es el defecto de refracción más frecuente en la población joven. “La mayor progresión de la miopía se produce entre los 7 y los 17 años y aunque no tiene curación ni hay marcha atrás una vez que ha aparecido, en la actualidad la investigación se dirige a intentar detener su aumento”, recuerda la experta.
Si una miopía supera las 6 dioptrías ya se considera “miopía magna” y puede traer consigo además graves consecuencias de deterioro de visión, sobre todo alteraciones como desprendimiento de retina y otras maculopatías, pero también mayor incidencia de glaucoma y cataratas.
El astigmatismo
El astigmatismo -al igual que la miopía y la hipermetropía- es un error de refracción, lo que significa que no es ni una enfermedad ocular ni un problema de salud, simplemente es un problema del ojo a la hora de enfocar.
Los rayos de luz en vez de formar un solo foco en la retina forman dos, lo que causa una visión borrosa o distorsionada de lejos y de cerca.
El astigmatismo es muy común y en la mayor parte de los casos se nace con esta condición. En otras ocasiones, puede aparecer como consecuencia de una lesión, una enfermedad o una cirugía ocular.
“No suele variar a lo largo de la vida ni empeora haciendo actividades como la lectura con poca luz o sentarse muy cerca de la televisión; la miopía tampoco”, puntualiza Bueno.
Los síntomas de un astigmatismo sin corregir son fatiga visual y dolor de cabeza, en especial después de realizar tareas en las que se requiera utilizar la visión durante un tiempo prolongado, ya sea de cerca o de lejos.
Empiezo a ver mal, ¿y ahora qué?
Una revisión completa realizada por el óptico-optometrista determinará qué está pasando. “Si sospecha que hay algún problema patológico derivará a ese paciente a un médico oftalmólogo que diagnostique y ponga la solución. Si es necesario prescribir un sistema de compensación, el óptico-optometrista es el profesional sanitario que hará la indicación del sistema de corrección más adecuado: unas gafas, unas lentes de contacto, e incluso ejercicios específicos (terapia visual) para desarrollar o fortalecer el sistema visual”.
Cómo saber que necesitas volver a graduarte la vista
“No hay que esperar a que suceda nada para saber que debes graduarte la vista de nuevo”, señala Bueno, indicando que la mejor recomendación que puede hacernos es que hay que adquirir el hábito de revisar la visión una vez al año.
Uno de los motivos, según la profesora del CEU San Pablo, es que “hay enfermedades oculares, algunas muy graves, que no se manifiestan inicialmente con una pérdida de visión y solamente una revisión a tiempo puede evitar males que ya no tengan solución, por ejemplo el glaucoma. También hay otros problemas que, en principio, no se manifiestan con mala visión, que se detectan con una revisión y que si no se tratan a tiempo pueden dar lugar a problemas más graves, como la ambliopía u ojo vago”.