Durante un evento de alto nivel para conmemorar el 25º aniversario del acuerdo logrado durante la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, celebrado en la capital china, António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), denunció que “una de cada tres mujeres todavía experimenta alguna forma de violencia en su vida, y cada año, 12 millones de niñas se casan antes de los 18 años".
Guterres agregó que en algunos lugares, los niveles de feminicidio podrían compararse con una zona de guerra: “En 2017, fueron asesinadas diariamente por un miembro de su propia familia un promedio de 137 mujeres en el mundo”.
Las mujeres pagan los platos rotos
Guterres recordó que son las niñas y las mujeres quienes “pagan los platos rotos” por el gran impacto social y económico de la pandemia y el aumento de la violencia de género, aparte de sufrir un aumento de prácticas abusivas y represivas, como el matrimonio precoz y la falta de atención médica sexual y reproductiva".
Recordó que “los sistemas y estructuras de nuestro mundo, basados en milenios de dominación masculina, frenan a las mujeres en todos los ámbitos, con graves consecuencias para todos”, y destacó que el COVID-19 nos muestra la urgente necesidad de impulsar los acuerdos de Beijing para alcanzar las promesas incumplidas: “Se trata fundamentalmente de una cuestión de poder, por lo que comienza con la representación equitativa de las mujeres en los puestos de liderazgo, en los gobiernos, en las salas de juntas, en las negociaciones sobre el clima y en las mesas de negociaciones de paz. En todas partes se toman decisiones que afectan la vida de las personas”, acotó.
Para alcanzar esta meta, consideró que es urgente implementar medidas específicas, como la discriminación positiva y las cuotas. También alentó a todos los Estados miembros a asumir compromisos concretos con plazos determinados y ambiciosos en materia de liderazgo y plena participación de la mujer. Esta afirmación fue respaldada por la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, quien recordó que, 75 años atrás, cuando se fundó la ONU, no había mujeres gobernando un país: “En 1995, en Beijing, había doce jefas de Estado o de Gobierno. Hoy en día, de 193 países hay sólo veintidós mujeres ocupando esos puestos de liderazgo. En conjunto, se ha progresado, pero todavía no lo suficiente, y el avance es demasiado lento”.
La pandemia puede ser una oportunidad
Pese a reconocer la “catástrofe” que representa la pandemia de COVID-19 para las mujeres, Guterres también consideró que es una oportunidad para colocarlas “en primera línea y en el centro de la respuesta y la recuperación”.
“Los fondos de estímulo deben entregar dinero directamente a las mujeres a través de transferencias de efectivo y créditos. Los gobiernos deberían ampliar las redes de seguridad social a las mujeres de la economía informal y reconocer el valor del trabajo de cuidado no remunerado”, indicó.
En la misma línea de pensamiento, la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, doctora Natalia Kanem, sostuvo que ha llegado el momento de incrementar las acciones y las inversiones: “Les instamos a que respalden las palabras con hechos mediante la financiación de programas y servicios que transformen la vida de las mujeres. Invertir en las mujeres y las niñas no es sólo una cuestión de derechos, también es una cuestión de inteligencia económica, con beneficios para la sociedad superiores a su costo”, recalcó.
El futuro ha de tener rostro femenino
De cara al futuro, Guterres destacó la necesidad de llevar a cabo cambios transformadores dirigidos por las mujeres “en las estructuras y marcos deficientes utilizados por esta pandemia”, ya que “sólo así podremos aplicar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y lograr una vida digna y con oportunidades para todos”.
Por último, señaló que el Foro Generación Igualdad, copatrocinado por los gobiernos de México y Francia, será una oportunidad para crear redes y asociaciones para el cambio. Por su parte, Mlambo-Ngcuka aseveró que la humanidad se encuentra “en una encrucijada” y que el futuro demanda “un compromiso intergeneracional con todas las razas, géneros y personas con capacidades diferentes, para que en cualquier parte del mundo, una niña de diez años en 2020, sea una joven próspera en 2030”.