La chaya es una planta de aproximadamente dos metros de altura que crece en Belice, Guatemala, Honduras y Nigeria. En México la podemos encontrar en regiones cálidas, como el estado de Tabasco, la Península de Yucatán, las costas del Golfo de México y del Mar Caribe. De acuerdo con varios investigadores, su descubrimiento es un legado de la cultura Maya.
Muchos reportes científicos han revelado y compartido las propiedades benéficas de la chaya, entre las que se encuentran la disminución de los niveles de glucosa en la sangre de los diabéticos y la regulación de la presión arterial alta; además, contiene antioxidantes que ayudan a retardar el envejecimiento.
Los antioxidantes que ayudan a no envejecer previenen el daño celular y reducen de forma importante los signos de la edad. Por si fuera poco, la chaya también es una planta rica en hierro y proteína de buena calidad; aunado a esto, contiene fibra cruda, calcio, potasio y vitaminas A y C. Sus propiedades nutricionales y benéficas para la salud superan a las de la espinaca, amaranto, col y lechuga. Su forma de consumo más común son las hojas crudas en ensaladas; sin embargo, su ingesta para propósitos medicinales se hace en infusión.
Para preparar una infusión de chaya es recomendable utilizar cinco hojas largas cortadas en trozos pequeños, cocidas en un litro de agua durante 20 minutos. Una vez fría, la infusión puede ser adicionada con unas gotas de lima o una pizca de sal; se recomienda beber de una a tres tazas a lo largo del día.
El consumo de chaya en cualquiera de sus presentaciones es completamente sano y seguro, ya que, con base en estudios toxicológicos, no representa riesgo alguno, aun si se consume de forma cotidiana.