En México se disfrutan varios guisados durante la cena de Navidad, pero quizá el más representativo de nuestro país en la cena del 24 de diciembre son los romeritos con mole o "revoltijo", una preparación que no es exclusiva de estas fechas, pues también se disfruta en Semana Santa, pero es una de las más típicas y codiciadas por los invitados, pues la textura y los sabores que se mezclan en el platillo no tienen igual.
Los romeritos provienen de una planta que crece originariamente en los campos de México y Estados Unidos, como un arbusto pequeño con hojas carnosas, las cuales se aprovechan en la cocina desde la época prehispánica. Se dice que los aztecas no desperdiciaban los recursos que tenían cerca, por lo que se animaron a probar este quelite que terminó por formar parte de su dieta diaria, aunque originalmente posiblemente en preparaciones más sencillas.
Los quelites, del náhuatl quilitl, que significa "verdura" o "planta tierna comestible", son todas esas plantas que crecen de forma natural en la tierra y que han sido muy apreciadas en nuestra cultura desde nuestros antepasados, debido a su sabor, su facilidad para obtenerse, su resistencia al clima y su valor nutricional. Sin embargo, se dice que para los españoles no era bien visto comer "maleza" y tras la Conquista se relegó su consumo, incluidos los romeritos.
¿Cómo llegaron los romeritos a la Cena de Navidad
El consumo de los romeritos comenzó a decaer en la época del Virreinato de la Nueva España por ser un "alimento para pobres"; sin embargo, esto cambiaría con las monjas.
Se dice que un día, la madre superiora de las carmelitas en Puebla, les anunció a las religiosas que el convento estaba atravesando por un momento de crisis económica, por lo que para no gastar de más decidieron aprovechar los insumos que tenían a la mano.
Entonces habrían retomado los quelites, entre ellos los romeritos, y los habían metido a una cazuela con todo lo que encontraron a la mano, incluyendo ingredientes europeos. En este preparado habrían mezclado el mole y los romeritos con papas, nopales y frutos secos, un platillo que fue bien recibido por los fieles.
Al preparado lo habrían nombrado "revoltijo" debido a que evocaba a la forma en la que se había elaborado. Hasta la fecha se desconoce con exactitud el momento en el que se preparó este platillo, si fue en Semana Santa o en Navidad, aunque se señala que debido a las creencias cristianas, se habría combinado con la ausencia de carne en el platillo para combinarla con la vigilia.
En los inicios, los indígenas habrían combinado este delicioso guisado con tortitas de ahuahutle, huevecillos de un mosco acuático que son comestibles, muy similar en sabor al camarón, aunque más tarde serían sustituidos por el marisco.