Los residuos clínicos de la pandemia generados en el municipio de Nezahualcóyotl, la segunda demarcación con mayor número de casos positivos de COVID-19 en el Estado de México, son enterrados a dos metros de profundidad dentro del basurero Neza 3, en el Bordo de Xochiaca; sin embargo, el alcalde Juan Hugo de la Rosa cuestionó que algunos hospitales ubicados en la demarcación no hacen una separación adecuada de esos desperdicios, revolviéndolos con residuos sólidos.
Detalló que los hospitales no deberían tirar cubrebocas en la basura que entregan a los trabajadores de recolección, pues esos insumos terminan en el basurero municipal: "Ellos (los hospitales) están obligados a contratar empresas dedicadas al manejo de esta clase de residuos biológicos infecciosos. El problema es que, a veces, en algunos hospitales no es tan pulcro su manejo. Lo que hacemos es sepultarlos de manera inmediata para evitar que los pepenadores u operadores que tienen acceso al tiradero corran el riesgo de infectarse", dijo en entrevista.
El 16 de julio, la Secretaría de Medio Ambiente estatal publicó en la Gaceta de Gobierno la Norma Técnica Estatal Ambiental Emergente para el manejo de residuos sanitarios de COVID-19, la cual contempla aspectos como que los residuos sanitarios de la pandemia no podrán tener ningún tratamiento o valorización, salvo la incineración en instalaciones autorizadas.
Susana Libien, directora de Manejo Integral de Residuos del Gobierno estatal, explicó en entrevista que los materiales peligrosos generados en los hospitales, que son aquellos que están directamente en contacto con los enfermos y entre los que se cuentan los cubrebocas, no deben ser trasladados a Neza 3: "Si es residuo peligroso, no, si es residuo de manejo especial, sí. Esto depende de las características: si están en situación COVID o no", concluyó.