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Desde hace 10 años las manos de Francisca de Jesús originaria de San Cristóbal Huichochitlán en Toluca, le han dado magia a las palmas que son emblemáticas durante el Domingo de Ramos, celebración que enmarca la Semana Santa.

“Cada año estoy aquí, dos meses antes estamos preparando esto para el domingo de ramos, no queremos perder lo que aprendimos”.

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Su madre fue la encargada de enseñarle el oficio de las palmas, al igual que sus dos hermanas.

“A mis hijos les he enseñado, es que está tradición se ha ido perdiendo, pero por eso les estoy enseñando porque los muchachos de ahora ya no quieren aprender”.

Francisca, forma parte de las dos mil mujeres que aún tejen la palma y que se aferran a que la tradición no muera, ya que conforme pasan los años son menos quienes se dedican a esto, además de los altos costos de su materia prima.

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“La mera verdad se está perdiendo esta palma, pero ya estamos consiguiendo y está caro, la traemos de Guerrero, ahorita la palma está en 300 el bulto de 26 palmas, ya para cocer nos cobran 100 pesos más”.

Los rollos de palma, alcanzan para elaborar cuatro cruces de un tamaño mediano, si son más chicas el número incrementa.

“Estamos invirtiendo de dos mil a tres mil pesos, pero ya la ganancia es muy poca, si se recupera lo mínimo, el año pasado si estaba barato pero ahora incrementó un 30 por ciento”.

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Los tamaños van desde los cinco centímetros hasta los dos metros, mientras que los costos están desde los 25 hasta los 300 pesos.

Los artesanos de palma, esperan que sus ventas puedan llegar al 100 por ciento y de este modo obtener una ganancia, pero principalmente mantener una tradición que poco a poco se va apagando.