Los pollos a la leña o al cabrón generan grandes cantidades partículas menores a 2.5 micras, que son básicamente causadas por el polvo, el humo y la combustión, por lo que se les pedirá a todos los negocios que vendan alimentos preparados al carbón y a la leña, que no lo hagan hasta que baje la contaminación.
Será la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de México (Coprisem) la encargada de revisar que ni las rosticerías ni los restaurantes ocupen fogones ni braceros, en los 18 municipios del Valle de México, que fueron incluidos en esta declaratoria y en los 16 del Valle de Toluca que presentan mala calidad de aire.
Datos de la Fundación Suiza de Cooperación Técnica para el Desarrollo (Swiss Contact) refieren que el humo que emanan los hornos de pollería, producto de la combustión de la grasa con el carbón encendido, provocan una serie de partículas contaminantes que se concentran en el aire e incluso en el mismo pollo a la brasa, lo que a largo plazo puede afectar la salud de las personas.
Los hornos de pollería generan partículas contaminantes como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno e hidrocarburos aromáticos policlínicos, que según los estudios realizados a 32 de sus compuestos, al menos 15 de ellos fueron calificados como cancerígenos.
Por ello, se evitará e incluso se suspenderán los negocios que no acaten la norma, como ha pasado ya durante esta semana en el Valle de México, de acuerdo con lo reconocido por el secretario de Medio Ambiente, Jorge Rescala Pérez.
Para el operativo se contará con el apoyo de 70 verificadores de la dependencia, quienes además bridarán asesorías para evitar que durante esta contingencia se puedan multiplicar los riesgos de enfermedades.
Otra de las recomendaciones emitidas por la autoridad sanitaria es que, tanto en los establecimientos comerciales, como en los hogares, se verifique que los tinacos se encuentren tapados, así como no exponer alimentos al aire libre.