Las ballenas son animales que se comunican con la voz. El sistema de lenguaje que los cetáceos han desarrollado a través del tiempo resulta tan complejo que diversos expertos coinciden en que tienen una “cultura propia”, la cual se hereda de generación en generación.
Por ejemplo, las ballenas pueden saber dónde están sus familias, hacia dónde se dirigen y que están haciendo únicamente identificando vibraciones específicas.
Sin embargo, al igual que sucede con nosotros los seres humanos, en un entorno donde hay mucho ruido, a estos animales marinos les resulta imposible entender lo que sus compañeras y familiares les están diciendo.
Con el tráfico creciente de las embarcaciones pesqueras alrededor del mundo, el silencio que antes había naturalmente en los mares ha desaparecido. Por lo tanto, la contaminación acústica en los océanos está provocando que las ballenas pierdan el rumbo.
Un estudio reciente encabezado por Conservation of Migratory Species of Wild Animals (CMS) asegura que el ruido excesivo en los océanos está “ahogando” las profundiades marinas.
En colaboración con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los autores llegaron a la conclusión de que el mar ya no es tan silencioso como solía ser: “El océano profundo y osucro a menudo se considera pacífico y silencioso; sin embargo, la actividad humana está ahogando esos ruidos, teniendo un impacto desorientador y destructivo en las especies marinas”.
De esta manera, las ballenas y otros animales que utilizan la ecolocalización resultan los más afectados por la contaminación acústica.
Al respecto, Leticia Carvalho, jefa de subdivisión Marina y de Agua Dulce del CMS, enfatiza la urgencia de restablecer, al menos, una parte del silencio natural en los océanos.
“Necesitamos construir urgentemente nuestra comprensión de cómo restaurar un océano saludable de las amenazas visibles e invisibles, como la basura marina y la contaminación acústica”, advierte.
Pero esto no será sencillo, pues el problema radica en que muchas de las labores que desorientan a las ballenas y otros ejemplares son esenciales para el comercio global, por lo que tanto las autoridades como las organizaciones ambientalistas deberán llegar a un acuerdo para seguir adelante con dichas actividades sin afectar a estos seres.